Por Héctor Parra Rodríguez
Querétaro se ha distinguido desde hace algunos años a la fecha, como un triunfo, el hecho de la inexistencia de huelgas, del poder de consenso de las partes en conflicto y de la adecuada mediación en los conflictos de los asesores del gobierno del estado. De tal manera que aquel sindicato que intenta estallar una huelga es satanizado.
Como estudiante egresado de la UAQ, para el universitario era un “júbilo” el estallamiento a huelga. Sabíamos que cualquiera de las partes cedería y nadie perdía nada. Total, el presupuesto es público. Fui incluso parte mediadora de la Universidad en tiempos del Rector José Guadalupe Ramírez Álvarez y Mariano Palacios.
Y las generaciones de estudiantes han egresado y se han titulado hasta con el grado de Doctor y la vida universitaria continúa su paso firme; creció la planta estudiantil y laboral en miles, la Universidad es más que una simple huelga y los estudiantes son más que un contrato colectivo de trabajo.
Sin embargo, hoy día muchos satanizan el derecho de huelga que le asiste a los trabajadores unidos, organizados en sindicato, incitan a los ignorantes a oponerse al movimiento de huelga, derecho constitucional y legal inalienable, pero pareciera que hoy la corriente de unos cuantos es ir en contra de ese derecho que poco a poco se ha ido apagando.
Gracias a los sindicatos y a los contratos colectivos el trabajador ha logrado conquistas nunca antes pensadas, como ampliar días de vacaciones, mejorar el aguinaldo, la prima vacaciones y otras prestaciones colectivas. Pero la corriente doctrinal del empresario tradicional y ladino, sigue siendo la misma, pagar lo menos que se pueda al trabajador y entre menos prestaciones mejor; la esclavitud del siglo pasado y este que apenas inicia. Los salarios no alcanzan, entonces busca otro empleo y no hay tiempo para realizarse personalmente y cómo si siempre estás trabajando.
Lo peor de esos patrones, cuando el trabajador, después de largos años de trabajo y duras jornadas laborales y está a punto de jubilarse o pensionarse, hay criterios retrógradas que incitan al despido del trabajador para que no se le pague nada. Ya sin empleo y sin derechos derivados de la antigüedad, quiénes contratan a esos y esas que agotaron su vida laboral ¡Nadie!
Por eso la lucha sindical no debe perderse cuando le asita la razón a los trabajadores, sin llegar a los extremos de aquellos sindicalistas que han “ahorcado” al patrón y destruyen a la empresa por la ambición de querer más de lo que produce la industria ¡Eso no! Hay ejemplos de ello. Podría ser Pemex, la industria petrolera de “los mexicanos” que fue explotada por los patrones –autoridades- y trabajadores, quienes adquirieron derechos laborales más allá de lo razonable, empresa ahora a punto de quebrar por los abusos; de ahí salieron después los “chupaductos” quienes continúan sangrando a la empresa.
Los extremos destruyen, de ahí la necesidad de acercar a las partes a la negociación; de ambos lados debe existir la prudencia y la tolerancia para alcanzar el consenso en las negociaciones. Pero no destruir al sindicalismo con el vituperio y descalificación.
En el caso en particular he seguido de cerca el conflicto de la Universidad con sus empleados administrativos que los ha llevado al extremo de la huelga y las autoridades parecieran justificar la injustificable aduciendo que se afectarán a miles de queretanos con la huelga, en lugar de solucionar el problema de las violaciones al contrato colectivo de trabajo; este es el meollo del asunto. En el momento en que esto escribo se instalan las banderas rojinegras de huelga en las instalaciones de la Universidad y las negociaciones volverán a su origen ¡Se perdió lo que se había ganado! Espero que las partes lleguen a un pronto acuerdo con apoyo del mediador que en este caso no logró su objetivo: evitar la huelga.