Por A. Lara
Dos de tres es la forma urbana de concluir un juego o una apuesta. “Jugarán -gritan sobre el ring- de dos a tres caídas sin límite de tiempo… en esta esquina: la esperanza de unos… en esta otra: todo aquello que le impide el camino a la gloria…”. “Dos de tres” se grita en los volados y es el azar -algunos la llaman suerte- lo que da por sentada la victoria de uno de los contrincantes. Azar, aquella casualidad presente en diversos fenómenos que se caracterizan por causas complejas, no lineales y sobre todo que no parecen ser predictibles en todos sus detalles. El azar, como un encuentro accidental, fue teorizado por Aristóteles. Para el estagirita, los actos son azarosos cuando los procesos que coinciden son independientes y no existe relación causal entre ellos, aunque cada uno tenga una causa que actúe de modo necesario. Así, un balón desciende por una causa necesaria: la gravedad; pero es azaroso que su camino coincida con la mano de un jugador logrando cambiar -de manera lamentable- su trayectoria y el marcador final de un encuentro.
La selección mexicana había logrado la admiración, tanto a nivel nacional como internacional durante estos días por el juego competitivo presentado a nivel de cancha. La presión y el contraataque fueron los medios para volcar los resultados a su favor. Sin embargo, las estrategias fueron vistas y estudiadas por millones de personas. Uno de ellos, el malo de esta crónica -o tal vez bueno si el lector es seguidor de la selección sueca-, Janne Olof Andersson. El director técnico de la escuadra europea prestó atención a los nacionales una vez lograda la victoria frente a la selección alemana y coreana. Ya en el partido, Andersson dio signos de haber estudiado a su rival latino. Su tarea consistió en meterle una zancadilla, así como un golpe de humildad, a los compatriotas mexicanos. Los contragolpes no se lograron, la presión fue poca y los cambios defensivos, con la ya presentada alineación 4-2-3-1, fueron infructuosos para que el equipo de Osorio lograra pasar invicto y cómo líder de grupo, por primera vez en su historia, a los octavos del Mundial.
La cita mundialista se dio a las 9:00 horas (del centro de México) y, antes de que pasara un minuto, una tarjeta amarilla avecinaba un futuro poco prometedor. Jesús Gallardo, defensor con el número 23, recibió una amonestación luego de ser el autor de un empuje aéreo sobre el jugador sueco Ola Toivonen. Sin embargo, al minuto 26, los cartones preventivos encontraron un equilibrio en el juego, Sebastian Larsson, el número 7, fue amonestado tras cometer una falta sobre Lozano. Los primeros 45 minutos presentaban un empate en el marcador con la llegada constante de los europeos al arco mexicano. Fueron tres peligros de gol que Guillermo Ochoa logró contrarrestar.
Después del entretiempo y tras cinco minutos de juego del segundo tiempo, la anotación del defensor Ludwig Augustinsson puso adelante a la selección sueca. En seis minutos un golpe anímico desmoronaría a los mexicanos. Luego del cambio de Larsson por Gustav Svensson, una jugada en el área terminó con la amonestación de Héctor Moreno. La falta cometida por parte del defensa central del Real Sociedad sobre Marcus Berg fue compensada con la pena máxima. La sentencia fue ejecutada por Andreas Granqvist, el capitán-defensa puso por delante al equipo escandinavo. Pese a haber adivinado la dirección del esférico, Ochoa no logró realizar el milagro de la atajada. La tarde era de los defensas. El miedo se hizo presente en la cancha, si Alemania se adelantaba sobre la escuadra coreana el coraje de los mexicanos en sus dos de tres partidos no obtendría recompensa. Osorio, en un intento de vivificar a sus jugadores, ordenó un cambio. Gallardo, defensa amonestado, rotó papeles con Marco Fabián. El jugador de la Bundesliga tuvo un tiro fuera del área rival que quedó en buenas intenciones para tratar de emparejar el marcador.
El tiro de gracia (el suicidio del partido) corrió a manos de Edson Álvarez. El defensor con el dorsal 21 interfirió la trayectoria del balón con propia mano logrando un autogol que Ochoa, por rebote, tampoco pudo detener. Pese a los cambios posteriores, el marcador quedó estancado desde el minuto 74.
Los salvadores y dadores de pase a octavos de final fueron los coreanos que lograron hundir a la Selección Alemana al cuarto puesto del grupo tras un 2-0.
El trabajo previo de la selección (frente a los teutones y asiáticos) y el triunfo de los coreanos bastaron para saltar a la siguiente fase, mas no para convencer a una dura crítica que vio en ellos el juego desencantado de enfrentamientos anteriores.
El camino al quinto partido es más complicado ahora. La selección mexicana al no lograr el primer lugar de grupo se enfrentará a la selección brasileña. En espera de volver al mágico juego de los primero dos partidos, Osorio lucha también para mermar los golpes anímicos de su derrota y los severos comentarios de aquellos que dicen saber de fútbol.