TLATELOLCO ERA UNA TRAMPA

Tlatelolco era una trampa. Como una bestia enorme y con ojos desorbitados, el Gobierno daba zarpazos, y en su festín macabro hería la noche y asesinaba a sus hijos». Así recuerda Cutberto Hernández la matanza que tuvo lugar el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, conocida también como de Tlatelolco. Era el golpe definitivo del Ejecutivo priista, presidido por Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), contra el movimiento estudiantil que, influido por la revolución cubana, la liberación de Argelia del poder colonial, el mayo del 68 francés, las protestas en EE.UU. contra la guerra de Vietnam…, reclamaba la democratización del país y mejoras sociales (ese año se contabilizaban 7,7 millones de analfabetos en un país de 46 millones de habitantes, y la pobreza extrema afectaba al 16% de la población).

Tropas del ejército mexicano custodian a un grupo de jóvenes detenidos después de una noche de sangrientos disturbios en el distrito Plaza de las Tres Culturas en la Ciudad de México el 3 de octubre de 1968 (Foto AP).

Las movilizaciones amenazaban con ensombrecer la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos (el 12 de octubre), que irónicamente el gobierno bautizó como las «Olimpiadas de la paz», y que iban a convertir a México en foco internacional. El presidente Díaz Ordaz ya había anunciado que no dudaría en «disponer de la totalidad de la fuerza armada permanente… No quisieramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario, hasta donde estemos obligados a llegar, llegaremos…». México fue el único país que pagó con decenas o cientos de muertos -la cifra no se conoce- los sueños de una joven generación que ese mismo año, 1968, se había levantando en otros países.

Hoy se cumplen 52 años de una fecha que muchos en México no pueden ni quieren olvidar, y que supuso un antes y un después en su historia. Más de un centenar de actos y varias publicaciones recuerdan esta matanza. Entre ellos, el libro «La noche interminable» (Siglo XXI Editores) que que no pretende ser un alegato político ni academicista que reúne los testimonios de una familia que vivía a «tres cuadras de la plaza».

«Es un retrato intimista de gente de a pie que participó. No es la visión de los líderes del movimiento ni del gobierno. De eso ya se ha escrito mucho», explica a ABC, Greco Hernández, que ha recopilado los recuerdos de siete de sus hermanos, con edades comprendidas entonces entre los 20 y los 6 años. El más relevantes es del mayor, Cutberto. Estudiante en la Escuela Superiorde Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del Politécnico participó «en carne, hueso, alma y espíritu en el movimiento estudiantil que la tarde-noche del 2 de octubre tuvo la que quizá es la fecha más desgarradora, brutal y triste de la historia del México moderno. Yo asistí al mitin de Tlatelolco y sobreviví a la masacre perpetrada por el Gobierno», señala en el libro, un testimonio que ha tardado cinco décadas en aflorar. «Mi hermano nunca quisó hablar de aquello, como mucha gente. Fue una masacre y fue muy doloroso. Una experiencia traumática», explica Greco.

A día de hoy se desconoce el número exacto de muertos, entre los que no solo había estudiantes, también ancianos, mujeres embarazadas.., según comentó a su familia Consuelo, tras volver de buscar en las morgues a su hijo. «Nadie sabe, pero todo el mundo dice que murió mucha gente, entre 600 y 700 personas», señala Greco. El Gobierno de Díaz Ordaz situó la cifra en 26, que la Comisión de la Verdad, creada en 1993, subió a 70. Documentos desclasificados de la embajada de EE.UU. en México hablan de entre 150 y 200 personas, y exmilitanes del Consejo Nacional de Huelga, que tomaron parte en las movilizaciones, lo situán en 325 muertos.

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