Por Guillermo González Hudson
Después de convertirse en el más grande éxito electoral mundial, tras su triunfo en las elecciones de 2018 apenas 4 años después de su fundación, el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) perdió los siguientes 30 meses en el festín, odios y rencores estériles, cobro de facturas y venganzas políticas, olvidando la razón de ser de un partido político y sus militantes: hacer política.
Esa falta de oficio político ha quedado evidenciada en su registro de aspirantes a candidatos a los 34 cargos de elección popular como cabeza de fórmula en el estado que se disputarán el 6 de junio próximo, en el que la sangre perredista que corre por sus venas los traicionó y los tiene acorralados en un laberinto donde los acecha el minotauro de sus peores miedos.
Lo peor… están indefensos.
En todo esto, la menos culpable es la precandidata a la gubernatura, la magistrada jubilada del Tribunal Superior de Justicia, Celia Maya García. A ella le dijeron que se registrara. A ella la impusieron. Ella fue la única de los aspirantes que no se anduvo placeando ni formando equipo. Quien quiera que sea que toma las decisiones lo sabía y aun así se decantó por ella.
Y desde ahí inició el carrusel de malas decisiones. Porque tan nadie creyó en las encuestas, que de inmediato se perredizó el partido y las manifestaciones opositoras brotaron.
La siguiente mala decisión fue abrir el registro de aspirantes a candidatos a presidentes municipales, sin mediar operación política.
Vea si no. Tan sólo para la capital queretana se anotaron 6 aspirantes. La profesora Rosa María Córdova Rodríguez; la regidora Ivonne Olascoaga; la diputada por el Distrito I local, Paloma Arce; el senador suplente Juan José Jiménez Yáñez; el presidente del Consejo Estatal, Ángel Balderas; y el ex ‘gerente’ de la campaña al Senado del panista Mauricio Kury, Arturo Maximiliano García Pérez.
Éste es el coctel molotov que amenaza con hacer estallar en mil pedazos al partido en el gobierno. Porque lo mismo hay morenistas ‘de sangre pura’, gente de la izquierda tradicional, opositores por sistema, que emisarios del PRIAN. A saber.
La maestra Córdova Rodríguez es una militante de izquierda de larga data, que contaría con el apoyo de algún colectivo y el Partido del Trabajo. El problema que presenta es que poco eco tiene entre la militancia del partido que hoy quiere abanderar. Tiene mínimos negativos, pero menos positivos.
La regidora Ivonne Olascoaga es todo un problema, que se resume en una sentencia que dicen al interior de MORENA: ‘El único que la quiere es el secretario del Ayuntamiento’. Y es que su cercanía con el secretario Jesús Roberto Franco González la ha colocado en la lista de las personas non gratas del morenismo más tradicional. Para mayor precisión: ella es en el Ayuntamiento lo que la diputada local Fabiola Larrondo en la Legislatura.
La diputada local Paloma Arce ha logrado mantener su plumaje relativamente limpio en su paso por la Legislatura local, a diferencia de sus compañeros (incluso del aspirante a candidato a presidente municipal de San Juan del Río, Néstor Domínguez, y el tequisquiapense Raúl Chávez Nieto que cambiaron radicalmente su actitud de cuando entraron a la fecha… se empanizaron, pues). Los líderes morales del partido la siguen viendo como parte de ellos.
El presidente del Consejo Estatal de Morena, Ángel Balderas, cuenta con poca ascendencia hacia el interior del partido, y eso incluye al morenismo ‘de sangre pura’, a pesar de ser parte de los más férreos defensores del discurso oficial; además de sus diferencias con las dirigencias estatal y nacional.
El PRIAN está representado por el senador suplente Juan José Jiménez y el expanista Arturo Maximiliano García. Ninguno de los dos contaría con el apoyo del morenismo queretano, porque desconfían de ambos. Es lo mismo que pasó en 2018 con Adolfo Ríos.
Jiménez Yáñez, aunque vendió muy bien su cercanía con el influyente coordinador senatorial Ricardo Monreal, y eso le permitió tejer una estructura operativa con liderazgos priistas sueltos o resentidos con su partido, no logró permear a la base de MORENA, donde –por ser una carta de su exdirigente estatal y embajador Carlos Peñafiel– lo perciben como un ariete del PRIAN.
El caso de Arturo Maximiliano García, quien dice haber sido coordinador de la campaña que llevó al Senado al panista Mauricio Kury González en 2018, es más complejo. Él llegó, primero, impulsado por la depuesta exdirigente estatal del PT, la regidora de Corregidora, Gabriela Moreno; luego puso en sobre la mesa su ‘cercanía’ con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, de quien dicen sus jilgueros es el representante de su precampaña por la candidatura presidencial para 2024 en el estado. Pero eso no le ha abierto los corazones de los miembros de MORENA. Y, menos aún, por negarse reiteradamente a hacer pública su renuncia al PAN, salir a exhibirlo y denunciarlo. De hecho, la percepción es que se trata de un emisario panista (y ponen como ejemplo el hecho de que su título de Notario Público no ha sido tocado ni puesto en riesgo) para reventar al partido y hacer naufragar las campañas.
En ésta decisión se juegan el futuro del partido. El problema no es que hasta hoy sus decisiones han demostrado que no saben leer la real polítik, incluido el grupo UAQ cuya negligencia hizo naufragar la candidatura del senador Gilberto Herrera Ruiz, sino que no confían en nadie más que ellos (y ni en ellos) y en 30 meses no han sabido por qué ganaron lo que ganaron en el estado. El laberinto tiene una sola salida y el monstruo no sólo es real sino que viene hambriento… ¡Ay de los que viven en la tierra y en el mar, porque el diablo, sabiendo que le queda poco tiempo, ha bajado contra vosotros lleno de ira!