Por Hector Parra Rodriguez
El Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, se lazó al vacío electoral siguiendo las instrucciones de AMLO. El primero en levantar la voz frente a la tribuna presidencial, rompiendo los protocolos políticos, dijo: yo quiero; eso no les importa, son nuevos tiempos. Utilizando recursos mediáticos del Estado, dijo que buscará la presidencia de la República en el 2024.
Después de ser un fugitivo de la ley, de refugiarse en Francia por defraudar las arcas del entonces Distrito Federal (Mil 200 millones de pesos), consecuencia del fraude maquinado que llevaron a cabo él y Mario Delgado, en la obra de la Línea Dorada, que ha dejado a su paso 26 muertos, ahora resulta que quiere ser presidente de la República. Pero, cumpliendo las ordenes de López Obrador, lanzan el anzuelo para medir el terreno y ver quién saca la cabeza de la oposición para atacarlo, combatirlo y destruirlo.
No les importa quebrantar el Estado de Derecho a los tránsfugas priistas, saben que ni la Constitución ni la Ley General Electoral, les permite semejantes trampas, salvo que sean descalificados en su momento. Por lo pronto, las autoridades electorales los “tirarán de a locos”, dice un dicho. Aspavientos de ambos políticos fraudulentos para llamar la atención.
Compañeros de partido respetan su derecho, no se meten en problemas dentro de la misma camada. La oposición panista de inmediato levantó la voz, llamándolos a la cordura y al trabajo, a entregar resultados y evitar “destapes adelantados”. Hacen olas en un mar tranquilo.
AMLO y Ebrard tejen burdo, a fin de cuentas, su plan sigue siendo el mismo, alcanzar la permanencia en el siguiente sexenio ¡Quieren protección! Si pierden la próxima elección, seguramente sí pisarían la cárcel ambos delincuentes, lo saben bien, por eso la jugada más que anticipada. No falta quienes menosprecien y comenten que así lo hacía el PRI ¡Falso! El presidente en turno no permitía que lo opacaran a mitad de su mandato, no se permitía el lujo de compartir el poder antes de tiempo. Ni Peña lo hizo, aunque al final de su mandato se acobardó y cedió el mando a López antes de que terminara su mandato, Peña permitió los abusos de la destrucción del aeropuerto de Texcoco. Pudo blindar la obra. Estaba vencido y no quiso entrar en conflicto.
Ese es un ejemplo de la jugada de AMLO, se adelantan, hacen olas y el pez que se mueva “muerde” en el anzuelo. Les importa limpiar el terreno para que no se posicione la oposición y quienes alcen la mano sean destruidos antes de llegar a la meta. “Plan con maña”.
Así de sucio juega el presidente de la República, no quiere dejar el poder cuando llegue el momento, pretenderá emular el Maximato de Plutarco Elías Calles, jefe de la revolución. Calles decidió y manipuló dos presidencias, la de Emilio Portes Gil y Pascual Ortiz Rubio; por un tiempo manipuló al General Cárdenas, quien terminó por deshacerse de Calles enviándolo al exilio. Calles también fue el creador del viejo PRI, entonces PNR, Partido Nacional Revolucionario. AMLO va por los mismos pasos: controla el gobierno, controla y manipula a su partido Morena y pretende controlar y decidir la sucesión presidencial ¡Juego Sucio!
Ni los tiempos, ni las leyes, mucho menos los actores son los mismos del Maximato de Calles. Dentro de Morena hay liderazgos propios y no querrán subordinarse al juego sucio de AMLO.
López Obrador también pretende “cazar” a los incómodos de su propio partido, recordemos que emigraron todas las “tribus del PRD a Morena” y en cada una de ellas se tejen intereses de grupo.
No le será fácil la tarea de unir a todas las “tribus” de Morena para que apoyen al candidato o candidata del presidente, como en los viejos tiempos del PRI, mucho menos cuando vaya perdiendo fuerza ¿Será esa la razón por la que AMLO se apoya tanto de las Fuerzas Armadas? ¡No son los mismos tiempos!