Por Héctor Parra Rodríguez
Cuando todos imaginaban que el encuentro futbolístico entre Gallos Blancos de Querétaro vs el Atlas de Guadalajara, sería un partido más para entretener a los aficionados, de pronto se convirtió en tierra de nadie, las “Barras” o “Porras” de aficionados iniciaron la batalla campal, propiciada por la “Barra queretana”.
Estalló la violencia exacerbada por la enfurecida turba de delincuentes, mas que “aficionados” al futbol. La gran masa parecía orquestada (¿crimen organizado?), no se podía creer lo que sucedía en el campo y en el graderío, los violentos golpeaban a todo aquel que encontraban en el camino, sin importar si eran familias con menores de edad que acudieron a disfrutar de un encuentro de futbol.
Las redes sociales se inundaron de información falsa, cierta o tergiversada de lo que sucedía o había sucedido. La noticia trascendió a nivel nacional y mundial ¡17 muertos! Anunciaba en su cuenta un twittero ¿De dónde obtenían información tan “exacta” cuando aún no concluía la trifulca? Empezaba otra batalla campal, esta vez en las redes sociales: liberales contra conservadores, diría AMLO.
La Secretaria de Gobierno, Guadalupe Murguía, tuvo que subir a redes sociales y precisar que, entre los golpeados y lesionados no había un solo fallecido! Por supuesto no fue suficiente, la tremolina virtual no cesaba. Luego el gobernador del Estado, Mauricio Kuri convocó a rueda de prensa en el patio principal de Palacio de Gobierno para rendir el parte de novedades: no había fallecidos. Afirmó que sí hubo lesionados graves, delicados y leves; incluso visitó a los lesionados en el Hospital Civil. Consecuencia de la falta operatividad en materia de seguridad y protección civil, el gobernador, por lo pronto, dio de baja a 5 funcionarios que no atendieron eficientemente su responsabilidad.
Problema serio. Los organizadores del evento futbolístico (así es cada vez que se juega) evidenciaron la falta de seguridad y protocolo de protección civil en el interior del estadio Corregidora (seguramente están igual la mayoría de los estadios). Saltó a la vista el caos en la “organización”. Los mismos “agentes de la empresa de seguridad” abrían las rejas a los vándalos para que se confrontaran. Los delincuentes lograron introducir toda clase de objetos peligrosos, con los cuales causaron mayores daños a los contrincantes.
A falta de protocolo de seguridad (si acaso existe), los cuerpos policiales brillaron por su ausencia; ni los estatales ni los municipales hacían su aparición para reestablecer el orden. La turba era enorme. Apenas lograron detener a una docena de personas.
La Fiscalía del Estado ahora enfrenta la difícil investigación para lograr enjuiciar a los principales responsables, a todos aquellos que encabezaron la violencia. En redes sociales hay docenas de implicados, lo importante será vincularlos a proceso. Una de las mejores fiscalías de la República, es la de Querétaro, veremos si logra demostrarlo con eficiencia y prontitud.
No podían faltar los comentarios del presidente de la República. Así que, del deporte a la violencia y de ésta a la política.
En la mañanera de este lunes, AMLO culpó como generador de la violencia en el estadio Corregidora, a las políticas de los neoliberales, quienes, afirmó, nunca hubo programas sociales para los jóvenes. También afirmó que había que atender las causas y estas eran las enormes diferencias económicas y sociales. Que, por medio de su “trasformación” las cosas empiezan a cambiar, nace la transformación. Simples imputaciones de naturaleza política que nada tienen que ver con lo sucedido en el interior del estadio la Corregidora.
Mario Delgado, dirigente de Morena, en campaña por el Estado de Oaxaca, quiso aprovechar el evento violento de las “Barras” en el estadio Corregidora, empezando por criticar a la “prensa corrupta”. Craso error, la rechifla y gritos de periodistas no se hizo esperar, Mario tuvo que callar y cambiar su discurso. 7 periodistas asesinados en lo que va del año y al morenista se le ocurre criticarlos. La consecuencia no se hizo esperar. Las divisiones y odios generados por el mismo López Obrador, emulados por sus huestes son la consecuencia del crecimiento de la violencia.
Total, el estadio Corregidora será sancionado, no tuvo seguridad privada suficiente, capacitada y apropiada, primer muro de contención en donde recae la responsabilidad de brindar seguridad a los asistentes. Además, no cuenta con suficientes cámaras de seguridad.
Las “Barras” ya no podrán asistir a los estadios. No hubo muertos en el momento de la barbarie, lo que no significa solapar la escena dantesca.
La Fiscalía General del Estado tiene bajo su responsabilidad la delicada tarea de perseguir a los delincuentes. El gobernador aseguró que perseguirán a los criminales en cualquier lugar en que se escondan.
El gobierno del Estado y del municipio, tendrán que corregir y mejorar los protocolos, evidenciaron la incapacidad para contener la violencia masiva; independientemente de que, la violencia se haya cometido en un ámbito privado ¿En qué momento deben intervenir los policías, sin importar que la violencia se genere en el ámbito privado? Afuera del estadio había alrededor de 250 elementos de policía estatales y locales, no pidieron el auxilio oportunamente y protección civil no ordenó la suspensión del encuentro deportivo a tiempo.
Necesario deslindar responsabilidades y no confundir, la policía no puede estar en el interior de los estadios. Solo hubo 358 elementos de seguridad privada, algunos de ellos abrieron las puertas a las “Barras” para que salieron del lugar confinado; y 14,346 asistentes al estadio.
Por último, AMLO no dejó de aprovechas su politiquería para criticar a sus enemigos políticos. No reconoció la existencia de muertos y no culpó al gobernador del Estado de los execrables y lamentables hechos ocurridos en el estadio Corregidora.
Mikel Arriola Peñalosa, presidente de la Liga MX de futbol, prometió la implementación de nuevas medidas para impedir la entrada de aficionados violentos, desaparición de las “Barras”, crear el QR para identificación y evitar el ingreso de personas non gratas.